Recientemente, Estados Unidos ha incluido “cláusulas de transbordo” en los nuevos acuerdos comerciales con países como Vietnam e Indonesia. Aunque estas disposiciones parecen estar dirigidas a evitar el uso de rutas de terceros países para eludir los aranceles, su diseño refleja claramente una intención estratégica de dirigirse a China. En esencia, representan un componente clave de los esfuerzos de Estados Unidos para promover la “desinización” de las cadenas de suministro mundiales.
Estas cláusulas imponen altos aranceles punitivos, fortalecen la verificación de las normas de origen y mantienen deliberadamente las definiciones de origen vagas, lo que otorga a las autoridades estadounidenses una amplia discreción para aumentar el costo y el riesgo de que los productos chinos entren en el mercado estadounidense a través de Sudeste Asiático. En el caso de Vietnam, algunos productos considerados “transbordados” pueden enfrentar aranceles de hasta el 40 %, en comparación con solo el 20 % para las exportaciones locales directas. El acuerdo de Indonesia también impone restricciones adicionales a los productos no clasificados como de origen local, aumentando aún más la incertidumbre y la carga de cumplimiento para los productos chinos reexportados a través de la región.
Más notablemente, los sectores afectados —baterías de litio, paneles solares y minerales críticos— coinciden estrechamente con las principales fortalezas exportadoras de China. Estas disposiciones se alinean con los aumentos de aranceles de Estados Unidos sobre las “nuevas tres” de China (vehículos eléctricos, baterías de litio y productos fotovoltaicos), formando colectivamente una estrategia de contención multinivel destinada a bloquear la expansión de la cadena industrial de China en el extranjero. Al mismo tiempo, los acuerdos imponen condiciones de acceso al mercado que obligan a Vietnam e Indonesia a adoptar normas lideradas por Estados Unidos en áreas como las normas tecnológicas y la regulación de datos. Esto los presiona efectivamente a desacoplarse de China en términos de integración de la cadena de suministro, normas comerciales y orientación política. Estados Unidos ofrece básicamente acceso al mercado a cambio de una alineación estratégica, un cambio que refleja el creciente papel de la geopolítica sobre la lógica del mercado en el comercio mundial.
Cabe destacar especialmente el hecho de que estas cláusulas de transbordo entrarán en vigor el 1 de agosto de 2025, la misma fecha de la próxima ronda de aranceles estadounidenses sobre China. Esta sincronización revela un alto nivel de coordinación y planificación a largo plazo, subrayando que estas medidas no son herramientas comerciales aisladas, sino parte de una estrategia más amplia para remodelar las redes industriales mundiales. Estados Unidos está intentando construir un sistema de suministro paralelo en el sureste asiático centrado en sí mismo y que excluye a China, obligando a las economías regionales a "elegir bando" a nivel de la cadena de suministro y, de este modo, construir una de facto "red sin China".
En respuesta a este desafío, China debe actuar en varios frentes. En primer lugar, debe profundizar la integración local de las empresas chinas que operan en el sureste asiático, mejorando el cumplimiento, la transparencia en el abastecimiento y la localización de las operaciones, para reducir el riesgo de ser etiquetadas como "reexpedidoras". Esto incluye empresas conjuntas, parques industriales de coinversión e iniciativas de marca local. En segundo lugar, China debe negociar reglas de origen claras y aplicables con sus socios comerciales para evitar el uso indebido de normas ambiguas como barreras comerciales encubiertas. En tercer lugar, es fundamental diversificar los mercados de exportación acelerando la promoción en regiones emergentes como Oriente Medio, América Latina y África, reduciendo así la sobredependencia de Estados Unidos. En cuarto lugar, China debe reforzar la autosuficiencia en industrias clave, especialmente en baterías, energía solar y vehículos eléctricos, fortaleciendo las cadenas de suministro nacionales y mejorando la resiliencia económica.
Además, China debe mejorar sus sistemas de alerta de riesgos comerciales y sus mecanismos de orientación regulatoria para ayudar a las empresas a navegar por entornos de cumplimiento cada vez más complejos. También debe participar de manera asertiva en la formulación de las normas del comercio mundial a través de plataformas multilaterales como la OMC, al tiempo que construye mecanismos bilaterales y regionales que promuevan normas comerciales justas, transparentes y no discriminatorias.
En última instancia, las cláusulas de reexpedición significan más que un ajuste técnico: marcan un punto de inflexión en el que el comercio mundial está cada vez más condicionado por las prioridades de seguridad y la alineación geopolítica. Para salvaguardar su posición, China debe responder de manera proactiva, pensar a largo plazo y adaptarse estratégicamente a este panorama internacional en evolución.



