El jueves se desató el caos en la sesión del Congreso de Bolivia, cuando los legisladores de la oposición arrojaron agua y basura al ministro de Energía, Alejandro Gallardo, durante los acalorados debates sobre los polémicos contratos de minería de litio con empresas chinas y rusas por un valor aproximado de 2.000 millones de dólares. La sesión fue suspendida abruptamente debido a las altercaciones físicas.
Los enfrentamientos se originaron por el impulso del Gobierno a acelerar la inversión extranjera en las vastas reservas de litio de Bolivia, las más grandes del mundo. Si bien la administración considera que las asociaciones con empresas chinas y rusas son cruciales para el desarrollo económico, los grupos de oposición y las organizaciones de la sociedad civil se han resistido ferozmente, alegando que los acuerdos favorecen a los inversores extranjeros en detrimento de los intereses nacionales.
"¡Están estafando a nuestro país!", gritó el legislador de la oposición Daniel Rojas durante la sesión. Los críticos argumentan que los acuerdos carecen de garantías suficientes de reparto de beneficios para Bolivia antes de que se exporten sus recursos de litio.
Alberto Pérez Ramos, presidente del Comité Cívico de Potosí, acusó al Gobierno de descuidar a las comunidades locales. "A los funcionarios solo les importa llenarse los bolsillos, no garantizar una vida digna para nuestra gente", dijo. Los manifestantes también temen el daño ambiental causado por la aceleración de las operaciones mineras.
A pesar de la reacción adversa, el ministro Gallardo defendió las asociaciones como "esenciales para el progreso nacional". Sin embargo, la legisladora de la oposición Lissa Claros emitió una advertencia severa: "Si el Gobierno insiste en este proceso inconstitucional, enfrentarán una movilización masiva del pueblo".
El caos pone de relieve la lucha de larga data de Bolivia por equilibrar la explotación de recursos con la estabilidad política y social. A pesar de poseer las mayores reservas de litio del mundo, las divisiones internas han estancado repetidamente el desarrollo. El actual enfrentamiento podría retrasar aún más los proyectos que involucran a empresas chinas y rusas, lo que podría interrumpir las cadenas de suministro mundiales de litio.
A medida que aumentan las tensiones, el Gobierno aún no ha anunciado sus próximos pasos. Con las protestas intensificándose, la batalla por el futuro del litio de Bolivia parece estar lejos de terminar.



